Durante el mes de diciembre comienzan a llegar a los embalses de la Sierra de Guadarrama numerosas aves migradoras, de entre las que destaca el silbón europeo (Anas penelope). En nuestro país es un ave exclusivamente invernante que ocupa preferentemente las zonas húmedas litorales como las marismas del Guadalquivir o el delta del Ebro. Pero también se las puede observar en embalses y lagunas del interior peninsular.
Esta anátida se alimenta de hojas, raíces, bulbos o rizomas, que obtiene mientras pasta en las orillas del agua o en las praderas inundadas, para lo cual dispone de un pico corto y puntiagudo perfectamente adaptado para cortar la vegetación.
Los cortejos comienzan a finales del invierno, todavía en las áreas de invernada. Una vez formada la pareja, emprenden el regreso a los territorios de cría que son las zonas norteñas litorales europeas, sobre todo.
La principal amenaza de esta especie es la contaminación y la pérdida de sus hábitats.
En el mes de noviembre todavía podemos observar quizá la última planta en flor de la Sierra de Guadarrama, el azafrán de otoño o tardío (Crocus serotinus). Esta pequeña planta de entre 6 y 12 centímetros vive en las praderas de los robledales y de los pinares de pino silvestre, siempre en cotas bajas. Las flores tienen 6 pétalos de color morado o rosáceo y en su interior están los estambres de color amarillento y el pistilo con su estigma ramificado de color naranja-amarillento. Es una especie que habita únicamente en la Península Ibérica en lugares montañosos.
Es un “pariente cercano” del azafrán (Crocus sativa) utilizado como especia culinaria, pero el azafrán de otoño no es apto para el consumo humano.
El azafrán serrano (Crocus carpetanus), que florece al final del invierno o al principio de la primavera es muy parecido a este, pero puede llegar a vivir en cotas más altas, alcanzando incluso los 2000 metros de altura. Y solo florece durante la primavera, mientras que el azafrán tardío florece en otoño y nunca lo encontraremos en zonas muy elevadas.
El nombre científico “Crocus” significa azafrán, y ésta acepción deriva, a su vez, del latín safranum que significa amarillo, en clara alusión al color amarillento del estigma que es la parte que se usa para condimentar algunos platos.
Durante el mes de octubre, en la Sierra de Guadarrama, todavía se puede ver en los días soleados el vuelo de la numerada (Vanessa atalanta), una de las mariposas más vistosas y con un ciclo de vida más largo de todas las que habitan en nuestras montañas (comienza en marzo y acaba a finales de octubre).
Es una especie migradora europea que en primavera viaja desde el sur al norte y en otoño realiza la ruta inversa. Por eso, muchos de los ejemplares que ahora observamos son los que se dirigen hacia el sur peninsular.
Pasa el invierno en forma de crisálida o como mariposa (imago) oculta en huecos o entre la vegetación, donde pasa desapercibida plegando sus alas que por el reverso son poco vistosas.
Sus larvas se alimentan de plantas como ortigas y parietarias. Los adultos buscan con avidez las flores de las zarzas.
Durante el mes de noviembre se puede ver a las ardillas comunes (Sciurus vulgaris) recogiendo bellotas, brotes de plantas, hongos, etc. en los robledales de la sierra de Guadarrama, que llevarán al nido para pasar el invierno. Los nidos son esféricos, de un tamaño aproximado de 22 cm., y suelen tener 2 orificios de acceso para facilitar la huida. Normalmente están colocados entre las ramas de los árboles y su interior está tapizado de musgo, hojas, ramitas, paja o líquenes.
La ardilla común vive preferentemente en bosques de coníferas, aunque también se encuentran en bosques de frondosas.
Es una especie arborícola, que baja al suelo únicamente para buscar alimento, trasladarse de un árbol a otro, o para beber. También puede nadar con facilidad, si es necesario. Es un animal que sólo está activo durante el día. No tiene periodo de hibernación y durante el invierno pasa mucho tiempo en el nido.
Entra en celo en dos momentos de año dependiendo de la disponibilidad de alimento, el primero entre los meses de enero y abril, y el segundo entre finales de mayo y agosto. Al cabo de 40 o 60 días nacerán tres o cuatro crías ciegas y sin pelo, que pesarán solo doce gramos. Las jóvenes ardillas podrán reproducirse a los seis o doce meses.
Desde hace algunos años, se viene observando un aumento de ejemplares de lobo (Canis lupus) en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y su entorno. Tanto es así, que nosotros mismos hemos podido observar, a principios de Octubre, un ejemplar cruzando una de las carreteras de acceso al parque. En la actualidad es el segundo parque nacional, junto a Picos de Europa, con presencia de lobos en su territorio.
El lobo en la Sierra de Guadarrama es una especie en expansión, que está colonizando nuevos hábitats, como lo demuestra la presencia de algunos grupos familiares en la vertiente segoviana y madrileña.
Este animal estuvo al borde de la extinción en España, en la década de los setenta del siglo pasado, por ser considerado hasta entonces como una alimaña a la que había que cazar. Los pocos ejemplares que quedaron se refugiaron en las montañas del noroeste, en Sierra Morena y en la frontera portuguesa. Pero en cuatro décadas el lobo ha cruzado la frontera natural del río Duero y poco a poco ha llegado a las provincias de: Guadalajara, Segovia, Ávila y Madrid.
El mayor problema que plantea la existencia de lobos en un determinado lugar es el ataque al ganado, ovejas y vacas, sobre todo, por lo que habrá que tomar las medidas necesarias para su conservación. Por otro lado, el que haya lobos en estas montañas indica que las presas de las que se alimenta, como corzos, jabalíes, conejos o ciervos, están también en aumento y que la diversidad biológica en este espacio protegido es cada vez más importante.
El tejón (Meles meles) es el mustélido más grande de todos los que viven en la Península Ibérica. La longitud de su cuerpo oscila entre los 80 y los 95 centímetros con la cola incluida. Su peso varía entre los 5 y los 10 kg.
En diciembre comienza su época de celo pudiendo tener, después de 45 días de gestación, de una a cinco crías que se independizarán en verano, aunque los hermanos pueden permanecer juntos hasta el otoño.
Es una especie omnívora que se alimenta sobre todo al anochecer. Pasa el día en su madriguera y la abandona después de la puesta de sol regresando a ella justo antes del amanecer. Vive preferentemente en bosques con matorrales.
Lo más importante para el hábitat del tejón es que el suelo sea fácilmente excavable, para ubicar su madriguera, y que haya agua cercana. Vive en grupos familiares con una pareja dominante. Se pueden comunicar entre ellos mediante tres lenguajes distintos: visual (su cara, con esa coloración tan contrastada, sirve para reconocerse entre ellos), sonoro (emiten multitud de sonidos distintos en función de su estado de ánimo. Pueden realizar, gruñidos, zumbidos, ronroneos, ladridos, etc.) y olfativo (producido por la liberación de sustancias olorosas a través de sus glándulas anales, normalmente).
Sus huellas son muy características, con cinco almohadillas digitales y unas uñas muy marcadas y desarrolladas. Es un animal muy limpio e higiénico que excava pequeños agujeros donde entierra sus excrementos. Con sus pelos se han fabricado brochas de afeitar porque no se enredan entre ellos. Las principales amenazas de esta especie son la fragmentación de su hábitat, los atropellos y la caza furtiva.
Con la llegada del mes de noviembre, los robledales de la falda de la Sierra de Guadarrama adquieren una llamativa belleza. Sus hojas empiezan a cambiar de color, pasando del verde al amarillo, y acabando en una gran variedad de tonos ocres que van adquiriendo a medida que avanzan los días y se aproxima el invierno, hasta que finalmente caen. En este momento es cuando los robles están repletos de bellotas que sirven para propagar y expandir la especie por estas montañas, pero también para alimentar a muchos animales que sin estos frutos pasarían un invierno muy duro.
Algunas aves, como los arrendajos, acumulan multitud de bellotas en sus escondites o despensas, y de ellas irán comiendo cuando el alimento en el bosque escasee. Otros animales que también las buscan con avidez son los jabalíes, que en sus salidas nocturnas comen las que caen al suelo; y las ardillas, que se reúnen al pie de los robles para hacer acopio de un buen número de ellas y alimentarse antes del letargo invernal.
En octubre, en los puertos serranos de nuestra Sierra de Guadarrama, comienzan los pasos de la palomas torcaces (Columba palumbus). Aunque en la Península Ibérica contamos con una gran población sedentaria de palomas, con la llegada del otoño las poblaciones europeas se desplazan hasta nuestro país en busca de comida y huyendo del frío que por esas latitudes comienza a hacerse notar.
Ocupan una amplia variedad de ambientes, con preferencia por los bosques de frondosas de encinas y alcornoques sobre todo y, en menor medida, formaciones de coníferas, matorrales y cultivos con arbolado disperso. La población invernante llegada de Europa se concentra en las dehesas del cuadrante suroccidental ibérico. Regresan a sus cuarteles de verano entre los meses de febrero y marzo.
La dieta de la paloma torcaz se basa en semillas (bellotas, hayucos…), hojas de herbáceas y plantas cultivadas. Como otras palomas, los pollos son alimentados por una secreción del buche de los adultos, conocida como leche de paloma, durante los dos o tres primeros días de vida. Instala sus nidos en árboles o arbustos y suele poner dos huevos en cada puesta. Es una especie en expansión.
Las poblaciones urbanas y suburbanas se han incrementado notablemente. La principal amenaza de esta ave se debe de la elevada presión de caza que sufre. El nombre común «torcaz» proviene del latín, concretamente de la palabra torques «collar», en referencia a las manchas blancas de su cuello que recuerdan a este adorno.
Con la llegada del otoño, las horas de luz disminuyen y las temperaturas comienzan a bajar. En este momento, los bosques de hoja plana como el de roble melojo (Quercus pyrenaica) cambian de color y adquieren unas hermosas tonalidades amarillas que acaban por convertirse en marrones al final de la estación.
La progresiva desaparición del color verde de las hojas se debe a que la clorofila, que es el pigmento que le proporciona este color, es reabsorbido por el árbol y entonces aparecen otros pigmentos, como los carotenos y las xantófilas, que estaban enmascarados por la clorofila y son los responsables de que adquieran esos tonos amarillos y marrones en las hojas. Este cambio se produce porque los árboles se preparan para pasar el invierno desprendiéndose de las hojas, evitando así que éstas se hielen, pero antes de perderlas reabsorben todas las sustancias útiles que ellas contienen, aunque en el caso del roble melojo muchas de ellas no caerán y permanecerán secas en el árbol durante todo el invierno (sobre todo en los ejemplares más jóvenes). Este fenómeno se conoce como marcescencia y se considera como un estado intermedio entre los árboles de hoja caduca, que pierden todas las hojas en otoño, y los de hoja perenne, que las mantienen durante todo el año. No está claro que conservar las hojas secas en las ramas proporcione alguna ventaja, aunque se han aventurado algunas explicaciones en este sentido:
Uno de los hongos más apreciados por los recolectores de setas en la Sierra de Guadarrama es el boletus, también llamado hongo, hongo calabaza o boleto comestible. Dos son las especies principales que encontramos en nuestra sierra: el Boletus edulis y el Boletus pinophilus. Ambos son muy similares, tienen forma de tapón de champán y sus sombrerillos de color marrón, pueden alcanzar más de 20 centímetros de diámetro, aunque el pinophilus es más rojizo.
Su carne es blanquecina y ambos tienen tubos de aspecto esponjoso bajo el sombrerillo, al principio blanquecinos y al madurar van tornándose amarillo verdosos.
Los dos están considerados como setas comestibles de primera clase. El Boletus edulis crece sobre todo en robledales y hayedos, desde el final del verano hasta el otoño, mientras que el Boletus pinophilus aparece a finales de primavera hasta principio del otoño, sobre todo en pinares maduros con ejemplares viejos, siendo más escaso en pinares jóvenes.
El Arrendajo (Garrulus glandarius) es el más solitario de los córvidos; se mueve en pareja durante todo el año, excepto a finales del invierno cuando realiza concurridas y ruidosas reuniones. Tiene un canto peculiar, puede emitir una gran cantidad de voces roncas, chasquidos y maullidos, también imita las voces de otras aves o, incluso, ruidos y gritos de otros animales.
El nombre común de la especie proviene precisamente de esta singular característica, "arrendar", que en castellano tiene una acepción que significa imitar.
En la Sierra de Guadarrama, durante el mes de octubre, comienza a verse al arrendajo transportando bellotas de roble melojo con su pico y ocultándolas, creando así numerosas “despensas” por todo el bosque. Estas le servirán para alimentarse cuando lleguen los rigores del invierno. Pero algunas de ellas, olvidadas o no utilizadas, germinarán, brotando nuevos robles, por lo que indirectamente este pájaro está considerado como un pequeño plantabosques que contribuye a la expansión del melojar.
En diciembre, en las partes bajas de los pinares de la Sierra de Guadarrama empiezan a madurar los frutos del muérdago (Viscum album austriacum).
El muérdago es una planta semiparásita porque puede realizar la fotosíntesis (para ello se sitúa preferentemente en ramas donde llega la luz) y, por lo tanto, producir sus propios azúcares. Pero necesita obtener de los pinos agua y sustancias minerales, por lo que conecta sus vasos a los del árbol por los que circula la savia. Una vez se ha fijado sobre la rama, se produce enseguida una disminución de diámetro a partir del punto de fijación. Si un pino está parasitado por varias plantas de muérdago pueden debilitar al árbol, llegando incluso a provocar su muerte si está fuertemente parasitado.
El nombre científico “viscum” hace referencia a la sustancia pegajosa y viscosa del interior de sus frutos. Estos son tóxicos para el ser humano, pero no para algunos animales.
El muérdago es dispersado en el pinar por las aves, sobre todo por el zorzal charlo (Turdus viscivorus) que se alimenta de sus semillas, de ahí le viene su nombre científico “viscivorus” “el que come muérdago”. En la cultura celta era una planta sagrada pues nunca tocaba el suelo, lo llamaban “arbusto de luna”. Era considerada como una planta protectora, por lo que se colgaba en las ventanas y en las puertas de las casas. En muchos países se utiliza como adorno navideño, junto con el acebo, por mantener ambas los frutos en invierno.
El muérdago siempre se ha considerado una planta mágica que atraía la buena suerte, además de tener innumerables propiedades medicinales y mágicas. También se dice que si una chica se besa con su novio debajo de una de esas plantas se casará con él y ambos tendrán asegurada la fertilidad. De ahí que también se la conozca como la planta del beso.
En cuanto a sus propiedades medicinales, hay un buen número de enfermedades que pueden ser curadas por el muérdago, el cáncer y el reumatismo son quizás las más destacadas, pero al ser una planta tóxica hay que manejarla siempre bajo prescripción médica.
Con la llegada de las lluvias nuestros campos y bosques se llenan de setas y de personas intentando recolectarlas. En los jarales crecen los parasoles (Macrolepiota procera), en los pinares los nícalos o níscalos (Lactarius deliciosus) y los boletos (Boletus edulis y B. pinicola), y en los prados los champiñones (Agaricus sp.), por citar algunas de las más comunes.
No hay que olvidar que algunas especies pueden ser tóxicas e incluso mortales como la oronja verde (Amanita phalloides), por lo que hay que consumir únicamente las que conozcamos bien.
Pero, ¿sabemos lo que es una seta? Las setas no son más que los órganos reproductores de los hongos, que son unos peculiares seres vivos que por si solos constituyen un reino natural diferenciado, el Reino Fungi. La parte más importante de un hongo es el micelio, una serie de filamentos que viven en el subsuelo. Antiguamente los hongos fueron clasificados dentro del reino vegetal; sin embargo hoy en día se los considera al margen del mismo.
Los vegetales disponen de clorofila y esto les permite vivir de la luz del sol gracias a la fotosíntesis, aunque también obtienen agua y nutrientes del suelo. Los hongos no tienen clorofila y se tienen que alimentar por ingestión de sustancias procedentes de otros seres vivos.
Los hongos son elementos fundamentales para la ecología de cualquier ecosistema. Un bosque, un matorral, una pradera están influidos profundamente por los hongos que allí se desarrollan. Es muy importante respetar su ciclo vital, pues si los destrozamos (rastrillando, pisando o arrancando setas,…) contribuimos a deteriorar el entorno que los sustenta.
Para concluir mencionaremos las formas de vida diferentes que presentan los hongos:
A lo largo del mes septiembre, si paseamos por los bosques de la Sierra de Guadarrama, podemos observar que gran parte de la vegetación herbácea se ha secado por los rigores del verano. Sin embargo, aún se mantienen verdes y repletos de frutos de llamativos colores la mayoría de los arbustos que sirven fundamentalmente de alimento a la fauna que habita en estos parajes. Zarzamoras, endrinos, majuelos y rosales silvestres, por citar algunos de ellos, se encuentran en este momento cuajados de bellos frutos morados y rojos.
Pero no sólo los animales hacen uso del alimento que generosamente nos ofrecen estas plantas; muchos frutos son comestibles también para el ser humano, por lo que es habitual ver a personas recogiendo moras de las zarzas, endrinas de los endrinos, majoletas de los espinos blancos o majuelos, o los conocidos vulgarmente como tapaculos o escaramujos de los rosales silvestres.
Algunos de ellos se pueden consumir en crudo, este es el caso de las moras y las majoletas, pero también se puede elaborar otro tipo de productos como confituras, mermeladas o licores como el conocido pacharán, en el que el anís o el aguardiente y las endrinas son sus ingredientes principales. No obstante, no hay que olvidar, que otros frutos tan atractivos como los de las madreselvas, los saúcos o los boneteros son tóxicos para el hombre, por lo que hay que estar seguros de qué es lo que estamos recogiendo, para no llevarnos desagradables sorpresas.