Se considera que el aire limpio es un requisito básico de la salud y el bienestar humanos. Sin embargo, su contaminación sigue representando una amenaza importante para la salud en todo el mundo.
Las guías de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen por objeto ofrecer orientación sobre la manera de reducir los efectos de la contaminación del aire en la salud y se basan en la evaluación por expertos de las pruebas científicas del momento.
La OMS publica periódicamente estas Directrices sobre la calidad del aire basadas en criterios de salud. Desde que se publicó la última actualización de alcance mundial en 2005, se ha producido un notable incremento de la calidad y la cantidad de las pruebas que demuestran cómo afecta la contaminación del aire a distintos aspectos de la salud y se conocen mejor tanto las fuentes de emisión como la contribución de los contaminantes del aire a la carga mundial de morbilidad.
Las nuevas directrices de la OMS publicadas en septiembre de 2021 recomiendan niveles de calidad del aire para 6 contaminantes, partículas (PM10 y PM2,5), ozono (O₃), dióxido de nitrógeno (NO₂) dióxido de azufre (SO₂) y monóxido de carbono (CO),que son sobre los que más se ha avanzado en los efectos de la exposición sobre la salud. Respecto a los valores de 2005 se advierten las siguientes diferencias: se reducen los valores guía para la mayoría de contaminantes de la versión anterior (PM2,5, PM10 y NO2) e incluye nuevos niveles, como el de O3 en temporada pico y los de NO2 y CO durante 24 horas, así como algunas metas intermedias nuevas.
Además, ofrece declaraciones cualitativas sobre buenas prácticas para gestionar determinados tipos de partículas en suspensión (PM) por ejemplo, el carbono negro/carbono elemental, las partículas ultrafinas y las partículas procedentes de tormentas de arena y polvo, de las que no hay pruebas cuantitativas suficientes para calcular unos niveles que puedan indicarse en los valores guía de las Directrices.