El suministro de energía eléctrica es esencial para el funcionamiento de nuestra sociedad. Su precio es un factor decisivo de la competitividad de buena parte de nuestra economía. El desarrollo tecnológico de la industria eléctrica y su estructura de aprovisionamiento de materias primas determinan la evolución de otros sectores de la industria.
Por otra parte, el transporte y la distribución de electricidad constituyen un monopolio natural: se trata de una actividad intensiva en capital, que requiere conexiones directas con los consumidores, cuya demanda de un producto no almacenable -como la energía eléctrica- varía en períodos relativamente cortos de tiempo.
Además, la imposibilidad de almacenar electricidad requiere que la oferta sea igual a la demanda en cada instante de tiempo, lo que supone necesariamente una coordinación de la producción de energía eléctrica, así como la coordinación entre las decisiones de inversión en generación y en transporte de energía eléctrica
La regulación del sector eléctrico está siendo objeto de una profunda reforma. El principal objetivo de la misma es asegurar la sostenibilidad económica y financiera del sistema eléctrico, garantizando, al mismo tiempo, el suministro eléctrico con los niveles necesarios de calidad y al mínimo coste posible, un nivel de competencia efectivo en el sector y todo ello enmarcado dentro de los principios de protección medioambiental de una sociedad moderna. En los últimos años se han acumulado importantes desajustes en el sistema que han dado lugar a un elevado déficit, la diferencia entre los ingresos y costes del sistema, que ponían en cuestión su propia viabilidad y que, por tanto, era necesario corregir.
En este espacio y en las páginas que lo desarrollan se hace referencia a estas normas ya aprobadas y se irán incorporando las referencias a las nuevas normas que, formando parte de la reforma de la regulación del sector comentada, se vayan aprobando.